OUIJA CAPITULO III (LA OUIJA)
La ouija es espiritismo y el espiritismo es ouija.
Valga para reforzar este comentario que a algunos puede antojárseles perogrullesco traer al recuerdo aquel axioma histórico de: tanto monta, monta tanto...
Pero para ser más concretos matizaremos sobre el hecho de que el espiritismo es la filosofía en esencia y la ouija el vehículo más común de transmisión de aquélla.
No obstante, debemos reconocer y admitir porque es de justicia —y porque tenemos la obligación de ser honestos y sinceros con los lectores—, que existen discrepancias al respecto.
Hay quienes creen y opinan con absoluto convencimiento que la ouija es (como significábamos) un vehículo de transmisión, un sistema o método para entrar en contacto con el mundo del más allá y los seres incorpóreos que lo pueblan. Otros mantienen la teoría de que la ouija no es otra cosa que un «despertador» de los poderes del subconsciente y de su acceso al banco universal de memoria; o sea, que cuando se produce una sesión de ouija las respuestas que se obtienen las otorga ese banco universal de memoria y no directamente un espíritu, y ello se debe al poder de concentración de los propios individuos que consiguen mediante un esfuerzo del subconsciente acceder a los arcanos de la otra dimensión, cosa que no se puede obtener con lo que conocemos por consciente o realidad que sólo controla la memoria cotidiana o del presente vivo.
Nosotros nos queremos mantener al margen y arriesgamos a la hora de alinearnos con quiénes defienden el primer postulado apuntando nuestro firme convencimiento de que la ouija es un método, procedimiento o sistema, para contactar con los espíritus de la otra vertiente.
Pero, a pesar de lo dicho, no pretendemos influir en las opiniones de nadie, ni tampoco tergiversar los hechos o adulterarlos. De ahí que a partir de este momento hagamos una exposición franca y sincera acerca de la ouija con toda la documentación y experiencias de que disponemos al respecto.
ORÍGENES DE LA OUIJA
No se sabe con exactitud cuál es la génesis del término ouija. La versión más generalizada es aquella que opina que proviene de dos vocablos: OUI, sí en francés, y JA, sí en alemán.
En la Encyclopedia of Occultism and Parapsychology hallamos la siguiente explicación etimológica:
«Del francés oui y del alemán ja. Trípode de madera en forma de rueda debajo de la mano de un médium, se mueve sobré una tabla pulida y deletrea mensajes, señalando letras con su vértice. Como invención es muy antigua, y era usada ya en tiempos de Pitágoras hacia el 540 A.C. Según cuenta un exegeta del filósofo, su secta mantenía frecuentes sesiones o círculos en los cuales una mesa mística moviéndose sobre ruedas se dirigía hacia signos que el gran filósofo y su alumno Filolao iban interpretando a la audiencia, como si se tratasen de revelaciones del mundo oculto. »
La naturaleza de este fenómeno es polémica, como lo son asimismo sus raíces. Los orígenes son múltiples y antiguos, habiéndose ido inventando independientemente y redescubriendo en una muy amplia variedad de ocasiones. El nacimiento de la ouija es genuinamente antiguo, siendo a buen seguro invención o descubrimiento de muchos. De hecho podemos establecer que no es más que un conocimiento popular, un instrumento de fama universal.
En China, muchos siglos antes del nacimiento de Confucio (551-479 A.C.), era muy común el uso de instrumentos como la ouija, considerados como una manera no amenazadora de comunicarse con los espíritus de los muertos. Pitágoras (550 A.C.), filósofo y matemático griego, animaba y alentaba a sus discípulos a que hicieran uso de instrumentos de características similares a la ouija para descubrir todo tipo de revelaciones del mundo oculto e invisible.
En Roma esta clase de artilugios fueron extremadamente populares en épocas muy tempranas (como en el siglo III A.C.). Se han encontrado referencias a un experimento realizado por tres personas que predijeron el nombre del que iba a suceder al emperador que en aquel momento se hallaba en el poder. Los tres fueron juzgados por delito de alta traición, y Teodosio, el soldado nombrado por la tabla como sucesor, fue ejecutado.
En Norteamérica, mucho antes de la llegada del gran descubridor (Colón), los indios nativos hacían uso de unos aparatos a los que denominaban tablas squdilatc para la localización de objetos perdidos o de personas desaparecidas.
En Francia, un espiritista llamado M. Planchette, inventó hacia 1853 un instrumento que bautizaría con su propio apellido muy similar al que actualmente fabrica y vende en EE.UU. la Parker Brother. Dicho aparejo tenía una pequeña plataforma a manera de corazón que se apoyaba en tres patas, una de las cuales era un lápiz. Cuando la planchette entraba en movimiento, el lápiz escribía mensajes coherentes. El uso de este artilugio llegó a ser toda una moda en Francia y en el resto de su imperio.
Por lo general se cree que el inventor americano de la tabla de la ouija fue William Fuld allá por 1892; sin embargo, doce meses antes una patente USA había sido librada a Elijah J. Bond como alma mater de la tabla. Según refiere la historia aparecida en la revista American Heritage (abril 1983), Fuldcompró los derechos de Bond en 1892 y pidió otra patente, fundando entonces The Southern Novelty Company en Baltimore (Maryland)
—más tarde conocida como la Baltymore Talking Board Company— y empezó a producir las llamadas Oriole Tal- king Boards. William Fuld obtuvo copiosas ganancias con la comercialización de la tabla, pero no era un adicto al uso de la misma. «No soy espiritista —decía—. Soy presbiteriano. Es cierto que construí esta fábrica por consejo de la propia ouija, pero desde entonces no he vuelto a consultarla jamás. Las cosas han funcionado tan maravillosamente bien que no ambiciono emprender ningún otro negocio.»
FUNCIONAMIENTO DE LA TABLA
La cuestión de si la ouija es o no un juego, abre de continuo controversias y polémicas. Nosotros opinamos que no... QUE NO ES UN JUEGO, y sí UNA PELIGROSA REALIDAD.
Pero aún es más discutido el tema de cómo funciona la tabla, o de dónde vienen realmente sus mensajes.
En este punto nos encontramos con dos teorías. La espiritista mantiene que los mensajes provienen de fuera; y la teoría automatista (o «científica») sostiene que vienen de dentro. La primera, la espiritista, es también la más antigua. Afirma que los espíritus de las almas difuntas usan la tabla para comunicarse y ocasionalmente actuar en reciprocidad con los vivos. La cuestión que sigue a esta teoría es: ¿Quiénes son los espíritus? ¿Por qué quieren comunicarse con los vivos o por qué necesitan actuar con ellos?
Otra importante teoría sobre el funcionamiento de la tabla es el automatismo. El diccionario define automatismo como: una acción llevada a cabo sin intencionalidad o conciencia por parte de la persona. En otras palabras, que mientras la conciencia del que opera con la ouija niega controlarla, en realidad es el subconsciente del operador quien controla los músculos del brazo y de la mano, deletreando los mensajes que necesita que la mente consciente oiga.
El famoso científico del siglo XIX, Michael Faraday, fue el primero en llevar a cabo un experimento que sugirió como un fenómeno físico, considerado comúnmente como inducción de los espíritus, siendo en realidad un automatismo. De hecho se han llevado a cabo pocas investigaciones sobre la ouija como automatismo, pero con el advenimiento de las teorías freudianas sobre el inconsciente, fue de alguna forma aceptado por un gran número de personas, que la tabla era otro caso del subconsciente que intentaba hacer llegar mensajes al consciente, de la misma manera que lo hace a través de los sueños o de otros medios automatísticos tipo sonambulismo.
Según una encuesta realizada en los Estados Unidos sobre la ouija el año 1983, más del treinta por ciento de los encuestados contestaron que utilizaban la tabla para comunicarse con los muertos.
Casi tantos como intentaban contactar con gente viva ubicada en puntos distantes a la residencia de los operadores.
El resto pretendían alcanzar «inteligencias» no humanas (espíritus, ángeles, animales domésticos, etc.) o deseaban encontrar objetos perdidos o desarrollar sus propias habilidades psíquicas. Y también los hay que recurren a la ouija para recabar consejo, como por ejemplo: ¿Debo cambiar de trabajo o pedir un ascenso? ¿ Cudndo es el mejor momento para casarme? o ¿ Qué número de la lotería salio en el sorteo de esta semana?
¿QUÉ ES FÍSICAMENTE LA OUIJA?
Dicen que una imagen vale más que mil palabras y por eso, junto con el presente ejemplar, regalamos a nuestros lectores un tablero de ouija..., quedando así explicado lo que es físicamente la ouija.
No obstante, vamos a ser más explícitos partiendo de la base de que alguien pueda tener acceso a este libro de forma casual, sin tenerlo al susodicho tablero.
Para empezar, y antes de nada, lo indispensable para quienes deseen practicar con la ouija, es un tablero y un master (1).
Tienen dos opciones, adquirir en un establecimiento especializado el instrumento en cuestión, o fabricárselo en casa. Todo lo que necesitan para la elaboración casera es una hoja de papel o cartulina de un tamaño aproximado de 45 x 30 cm. Si lo construye el propio ejecutante debe procurar que, como mínimo, tenga esas dimensiones; no es imprescindible que el tamaño sea rectangular o cuadrado, ya que puede ser triangular, redondo, etcétera. También precisa de un lápiz o carboncillo, para escribir las letras del alfabeto y los números del O al 9. Si bien esto es lo indispensable, no estará de más añadir las palabras si, no, bien y mal. Dada la circunstancia de que el master tiene que deslizarse sobre la superficie, ésta debe ser lisa y pulida. Si ha utilizado madera es posible que tenga que encerarla, y si se ha servido de cartulina o papel, le aconsejamos que lo sitúe debajo de un cristal.
En funciones de master puede servirse de cualquier cosa u objeto que se deslice con facilidad sobre la tabla, desde un arco de madera o plástico hasta una taza de café boca abajo, hasta un vaso transparente (de ahí el nombre de vasografía). De hecho es válido un objeto que sea lo suficientemente grande como para que los participantes puedan apoyar sobre él los dedos de la mano.
(1) Círculo o arandela normalmente de plástico que se sitúa en el centro geométrico del tablero y sobre el que los practicantes apoyan un dedo ejerciendo presión. Una vez iniciado el ejercicio y efectuadas las preguntas, si hay respuesta del más allá (un espíritu), el master ha de cobrar movimiento desplazándose por encima de la tabla y deteniéndose sobre aquellas letras, números o palabras que conforman la contestación del visitante. (Nota del autor.)
Este es el equipo que se necesita para iniciar la experiencia (la manifestación física de la ouija). Si se desean anotar (o grabar) los mensajes que se reciban hay que disponer de un aparato cassete y un bolígrafo.
Cómo manejar la tabla
La mecánica de la experimentación con la guija:
—cómo se sientan los participantes, dónde, de qué manera deben situarse los dedos, el emplazamiento del tablero, etc.— no es trascendente ni siquiera importante, aunque debe de existir un orden lógico y una metodología. La gente, ante el fenómeno, reacciona de maneras diversas, y lo que funciona para unos es nefasto para otros. Los que estén interesados en experimentar con la ouija ya irán descubriendo por sí mismo cuál es el mejor procedimiento a seguir a través de sus aciertos o de sus errores.
Muchos empiezan colocándose uno frente a otro y sosteniendo la tabla con las rodillas. Una de las manos la dejan ligeramente apoyada en aquélla y los dedos de la otra encima del master (demasiada presión hará que no pueda deslizarse con la suavidad requerida). Es aconsejable que uno de los participantes asuma las funciones de director del experimento formulando él solo las preguntas. Éstas deben hacerse anotando con total seriedad y sentido común antes de iniciar la sesión, y formularse simple y directamente: ¿Hay alguien ahí? ¿Nos comunicaremos esta tarde? ¿Hay algún mensaje para nosotros en este momento? Deben de efectuarse los interrogantes, eso sí, con paciencia y eficientemente. Una forma prudente de comenzar y que puede servir de referencia sobre la autenticidad de los mensajes o respuestas, es formular interrogantes cuyas contestaciones ya estén en poder de los experimentadores: ¿Cuantos años tengo? ¿Cuantas letras tiene mi apellido?
Si el método pregunta-respuesta no surge los efectos apetecidos, se dejan los dedos apoyados ligeramente en el master y se espera la posibilidad de una comunicación espontánea. La tabla se pondrá en contacto de manera voluntaria si se le da la oportunidad de hacerlo. Una vez se produzca la conexión el diálogo fluirá con facilidad.
Cuando los que intervienen son principiantes puede darse el caso de que el master se mueva con «desgana», o que los primeros mensajes resulten incoherentes y poco fiables. También sucede con personas de mucha fuerza o poseedores de gran poder psíquico, que el master se mueva sin que lo esté tocando nadie.
Las primeras veces necesitarán ir mirando las letras de la tabla y quizás el objeto que estén utilizando como master (ya sea éste, propiamente dicho, un vaso, una taza, etc.) se moverá anárquicamente, sobrepasando la letra deseada para regresar más tarde a ella. Esta anomalía raras veces se produce si existe en la mesa un ejecutante experimentado. Hay quien puede hacerlo funcionar a la perfección teniendo los ojos vendados, aunque nosotros no aconsejamos estas posturas.
En los casos en que uno de los participantes aparta la mano del master —o uno de aquellos se cambia por otro—, éste se moverá dando vueltas paranoicas hasta que se restablezca el control. Los espiritistas razonan este fenómeno en función de la teoría de que —en esos instantes— los espíritus rivalizan entre ellos para comunicarse con el nuevo operador. Sin embargo, los automatistas lo justifican a través del hecho de que la energía psíquica del recién llegado pugna por liberarse.
Tiene su importancia conservar las grabaciones o notas de los mensajes obtenidos a través de la ouija. Un libro diario que recoja fielmente los interrogantes planteados y las respuestas recibidas es altamente recomendable, así como el anotar la fecha en que se ha producido cada mensaje. Los fenómenos que acontezcan en cada experimento pueden anotarse cuando el master se mueve o para, o bien esta tarea puede delegarse en una tercera persona que se limite exclusivamente a tomar dictado. Puede ocurrir algunas veces que lo anotado sea enigmático e incomprensible, pero quizá con el paso del tiempo y tras escuchar las grabaciones en conjunto, puedan llegar a descifrarse los mensajes que en principio resultaban ininteligibles.
La puntuación es otro de los problemas para la comprensión de las respuestas. Muchas tablas no disponen de muchos signos, por lo que depende del anotador establecer una puntuación correcta que sirva para dilucidar donde empieza y termina el mensaje, cómo distribuir los párrafos, etc... En principio no tiene porqué existir dificultad al respecto, pero en aquellos casos en que las respuestas son confusas o complicadas, o de contenido enigmático, NO LAS DEJEN CORRER NI DESTRUYAN LAS ANOTACIONES REALIZADAS. Guárdenlas con el resto del material y seguramente con el tiempo se conseguirá que tengan sentido tras establecer comparaciones con revelaciones posteriores.
Las presentaciones son indispensables cuando se contacta con alguien a través de la ouija. Debe preguntarse con el máximo respeto y educación acerca de los datos personales del emisor: nombre, edad, dónde se encuentra, qué es lo que pretende...
Es conveniente también averiguar si se puede hacer algo en su favor o si tiene alguna historia que le gustaría transmitir, algún testimonio, etc.
En ningún caso debe FORZARSE LA COMUNICACIÓN. Tampoco hay que actuar de manera exigente o dura, ni mostrarse excesivamente interesado. No acentúen el énfasis en ustedes mismos y bajo ningún concepto den por sentados los mensajes. Critíquenlos (con mesura y ponderación), analícenlos, póngalos en duda, expresen sus reservas y pidan. pruebas fehacientes.
Si el master rechaza súbitamente y sin explicaciones la comunicación que se está llevando a cabo, no insistan ni ejerzan el menor tipo de presión. Y de igual modo, si alguno de los participantes (o varios) empieza a sentirse agotado, paren de inmediato el experimento.
Laforma de los mensajes:
Los seguidores de la teoría espiritista no intentan explicar por qué los mensajes de la ouija parecen venir de los espíritus; sencillamente saben que vienen de ellos y no encuentran necesario perderse en mayores averiguaciones.
Los que no comparten esta teoría no pasan precisamente buenos ratos en su intento de justificar este fenómeno. Algunas de las razones que han expuesto como teorías son las siguientes:
1) Si se atribuyen los mensajes a los espíritus, e como reconocer que éstos gozan de una mayoi autoridad y un poder superior sobre los humanos.
2) A la gente le gusta y prefiere que los demás decidan por ellos. El hecho de proyectar su poder d decisión a través de una voz extraña puede así vírales, hasta cierto punto, de su responsabilidad
3) La «voz de los espíritus» es un modo de llamar la atención. De esta manera el subconsciente le presta atención y también respeto al poder.
4) La gente quiere y necesita creer en una vida después de la muerte.
De hecho no podemos afirmar o negar cualquiera de las razones dadas hasta que el estudio de la mente no haya avanzado más, pero cada uno de nosotros puede extraer conclusiones y tener, según sus creencias, una idea concreta al respecto.
OTRAS VERTIENTES DE LA OUIJA
Existen unos fenómenos, como la ouija, sobre los cuales espiritistas y seguidores de la teoría automatista no logran ponerse de acuerdo. Los vamos a plantear ahora por sus similitudes y porque personas que han experimentado con la ouija también los han practicado como variedades de ésta.
Escritura automática
La escritura automática es llevada a término sin implicarla el consciente del que escribe. Aunque lo escrito sea perfectamente comprensible, incluso brillante, no hay conciencia deliberada por parte del ejecutante. A modo de ejemplo tenemos lo que cualquiera puede poner en una página o trozo de papel en blanco mientras está hablando por teléfono o asiste a una reunión. Es inconsciente y se asemeja a garabatos. La escritura automática no es en modo alguno un acto deliberado, puede ocurrir espontáneamente y suele darse mientras la consciencia del que escribe está centrada en cualquier otra actividad que no sea en sí misma la escritura. Se la conoce también con el nombre de escritura de trance, cuando el ejecutor tiene su mente es ese status fenomenológico o en otros casos escritura espiritual, suponiendo que el escritor esté en contacto con espíritus.
De hecho el lápiz es el instrumento más utilizado, preferido al bolígrafo por la sencilla razón de que su suave mina requiere menos esfuerzo y presión que un bolígrafo para producir la escritura. A veces se usa una planchette a la que el lápiz sustituye una de las patas, y así, cuando dos personas tocan la pequeña tabla juntas, combinan sus fuerzas.
Existen individuos capaces de escribir automáticamente con las dos manos llegando incluso cada una de ellas a deletrear sobre temas distintos. En algunos casos sucede que las líneas son escritas de arriba a abajo o al revés, por lo que se necesita un espejo para poder leer lo que se ha escrito. También ocurre en ciertas ocasiones que toda la página se ha escrito invertida, empezando por la esquina inferior derecha.
Los médiums más experimentados pueden ser capaces de escribir automáticamente en más abundancia que los principiantes. Éstos, a menudo, producen una escritura ilegible o curiosos y complicados dibujos. Sus brazos pueden oscilar frenéticamente llegando a causarles dolor físico. Se ha descubierto que las sugestiones posthipnóticas son favorables para liberar a los principales favoreciéndoles notablemente en la práctica de la escritura automática.
Hay diferencias entre la escritura automática y la normal (o consciente) del ejecutante. Aquélla es por lo general más cursiva, las frases o palabras muy a menudo aparecen unidas debiendo ser separadas y puntuadas después que la sesión ha finalizado. (Este fenómeno ocurre también con el dictado de la tabla de la ouija.)
Un aspecto de la escritura automática que fomenta la tesis de que sea «otro» quien realiza los trazos sobre el papel, se debe al hecho de que el amanuense puede mantener largas conversaciones al tiempo que escribe. A menudo no sabe lo que ha escrito hasta que finalizada la sesión lee por primera vez el texto completo. Esta comprensión retardada se produce también en los que operan con la tabla de la ouija, los cuales no entienden sus mensajes hasta que ha concluido el contacto y se revisa como un todo.
Las historias de profecías, telepatía, clarividencia y conexiones con los espíritus abundan. Hay noticias de que en el siglo XIX, Horacio Hunt y James Burns man tenían correspondencia regular telepáticamente a través de la escritura automática, aunque vivían a tres mil millas de distancia el uno del otro.
Los que actúan con la tabla de la ouija se convierten a veces en discípulos de la escritura automática, siendo ésta más rápida e inmediata. También goza de la ventaja de ser transcrita directamente sobre papel sin la ayuda de otra persona. Algunos de quienes experimentan esta fenomenología son capaces de pasar del lápiz y el bolígrafo a ser los más veloces mecanógrafos. En todos los casos, no obstante, la naturaleza exacta de los hechos es debatida acaloradamente.
Tiptología:
La similitud entre la tiptología y la tabla de la ouija es mayor si se considera el indicador o master como una mesilla. El principio es el mismo, sólo las medidas de la mesa son distintas.
La tiptología funciona de la siguiente manera: un grupo de personas se sientan alrededor de una mesa, preferiblemente en una de tres patas. Sitúan las palmas de sus manos en la parte superior de aquélla. Esperan, quizá durante algún tiempo, la primera insinuación de movimiento. Algunas veces la mesa da vueltas, limitada por el alcance de los brazos de los ejecutantes. Pero en otras ocasiones la mesa se mueve por la habitación y los experimentadores deben alcanzarla y seguirla. Nadie del grupo, en ningún momento, piensa que es él la causa de que la mesa se mueva.
En la tiptología los practicantes preguntan a la mesa aquello que quieren que les sea respondido y ésta, por medio de golpes, va dando las contestaciones. Son golpecitos secos con las patas de la mesa contra el suelo. La fórmula usual considera que un golpe es NO y dos golpes significan SÍ.
En algunas variedades la mesa puede responder señalando cada una de las letras del alfabeto en código: un golpe para la letra A, dos para la B, tres para la C, y así sucesivamente. De esta manera la mesa utilizada para la tiptología exhibe toda la versatilidad lingüística de la misma tabla de la ouija, aunque es, naturalmente, un sistema torpe y para el que se requiere una gran cantidad de tiempo y paciencia.
El péndulo
A pesar de ser un sistema de origen antiguo, el péndulo es una de las formas de ouija más simple. Misteriosamente se mueve sin control consciente.
También actúa a causa de los movimientos musculares subconscientes demasiado sutiles para que sean notados por el ejecutor.
El péndulo responde a las preguntas que se le formulan con movimientos de SÍ o NO. El ejecutante debe mantener la cuerda, que tiene un peso atado al final, de manera que éste se balancee sin movimiento. Entonces es el instante en que el ejecutor debe concentrarse primero en la palabra SÍ. Pronto el péndulo empezará a girar en el mismo sentido de las agujas del reloj o contra ese sentido, siendo el primer giro rotativo un equivalente al SÍ, y el segundo, al NO. A partir de este momento puede preguntarse y el péndulo responderá. Debido a que el subconsciente es por lo general la fuente de las oscilaciones del péndulo, trabajar con éste es una manera eficaz de tratar con emociones confusas o inciertas. El péndulo puede ayudar a entender lo que en realidad se siente, no sólo conscientemente.
Es un método extraordinario para estimular memorias aletargadas, localizar objetos perdidos o aclarar decisiones personales de vital importancia. De todos los automatismos se supone que es el menos peligroso, el más inocuo y menos amenazador. El utilizado en Francia y Bélgica por un buen número de sacerdotes. En España uno de los pendulistas más conocidos es el Padre Pilón.
Suspendiendo el péndulo encima de un alfabeto se puede crear una variante aproximada de la tabla de la ouija, cuya finalidad será en síntesis bastante parecida y probablemente igual de efectiva.
La radiestesia:
Nadie sabe con total certeza cómo se produce este fenómeno. Pero el hecho concreto es que funciona. En sus inicios este sistema se utilizaba fundamentalmente para encontrar agua, pero más tarde se aplicó también a la búsqueda de aceite, tesoros, etcétera. Se dice, aunque no existen referencias fidedignas de ello, que los militares estadounidenses se sirvieron de la radiestesia, en Vietnam, para localizar la situación de las minas explosivas que sembraba el enemigo.
La vara es de manera tradicional una horcadura de madera de avellano, aunque puede hacerse de otros materiales, tan variados como el hierro o el plástico. La misión del ejecutor —hay quienes le llaman zahorí, pero ello es discutible— consiste en sostener la vara evitando que se mueva. Sin embargo, la horcadura se mueve de repente y con violencia; algunas veces llega a empujar con tal fuerza que la corteza del avellano salta e incluso daña o levanta ampollas en la piel de las manos que la sujetan.
Esta brusca puesta en movimiento convence al «conductor» de que la fuerza que empuja la vara se produce de forma independiente a él mismo.
Hay dos explicaciones de cómo funciona —escribe el parapsicólogo A. Trabold—, una es que el objeto mismo despide una radiación especial que afecta al ejecutante o a la vara directamente. La otra teoría se refiere al hecho de que el individuo que sujeta la horcadura localiza la razón del experimento con su clarividencia subconsciente haciendo que la vara se dirija hacia el suelo.
James Trow, profesor de Geografía de la Universidad del Estado de Michigan y buscador profesional de minerales, sostiene otra tesis al respecto: Cuando practicamos la radiestesia estamos encontrando un campo eléctrico —Explica—, hay electricidad en el suelo, en el aire y en nosotros. Ciertamente, de hecho, no es nada psíquico.
Autor: Francisco Caudet Yarza